Creo que en nuestra profesión nos pasamos la vida saliendo del cascarón. Y eso me gusta.
Ni un solo día he dejado de sorprenderme. Me refiero a ese tipo de sorpresas que te dejan con la boca como una O de Ohhhhhh y con los ojos como sartenes (de esas de hacer paella, grandotas). Y eso, lo tengo claro, es un privilegio.
Sí, ya sé que en muchas ocasiones esas sorpresas atacan directamente a nuestro gran ego (educativo, por supuesto!), ese que nos acompaña hasta en casa, cuando ya deberíamos estar "desconectados", pero otras veces, las más, diría yo, nos muestran lo sencillo, que siempre nos empeñamos en complicar; lo claro, que nos empeñamos en obviar; lo divertido, que nos empeñamos en tergiversar...en fín, nos muestran lo humano en esencia.
Y lo que más me gusta de esas situaciones sorpresa, es que no dejan espacio a la intervención planificada y elaborada. La "mano educativa" que pretende dirigir hacia la salida del laberinto, entre estrategias y teorías, para encontrar la solución, se queda sin salida y sin solución. Ja!
Pero por San Dustan! se aprende lo nunca escuchado, leído, visto o debatido en ningún otro lugar. Se aprende si te dejas sorprender, claro está....
Bueno, ya! que me voy a subir a mi parra un rato.....
Me encanta la frescura de tu blog... y dices algunas cosas que no dejan de dar vueltas en la cabeza. Incluso en la de un viejo educador social.
ResponderEliminar¡Sigue adelante! A algunos nos ayuda leer a gente como tú diciendo lo que piensas, y pensando lo que dices.
Saludos.
Gracias Capitán! Eso intento, no liarme nunca entre lo que pienso y lo que digo! ni dejarme liar! aunque ya sabes...soy humana y sigo eternamente saliendo del cascarón!
ResponderEliminarUn saludo!